Como deportista ganó todo lo imaginable. Fué campeón olímpico, de Europa y del Mundo con la selección yugoslava, de la que formó parte junto a una generación de jugadores geniales.
Asombró al mundo del baloncesto con su juego alegre y vistoso y siempre pensó que era posible ganar y al mismo tiempo dar espectáculo.
Era un tirador magnífico, con una efectividad desquiciante, aunque se le recuerda sobre todo por sus asistencias.
En el Real Madrid jugó y asombró dos temporadas, la 81-82 y la 82-83.
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